El suceso más grave tuvo lugar a última hora de la tarde, cuando hombres armados sin identificar dispararon contra los pasajeros de tres autobuses en el barrio de Benarés.
Aunque la fuente policial consultada por Efe no especificó el número de fallecidos en estos tiroteos, los canales paquistaníes situaron el número de fallecidos en entre diez y trece y el de heridos en veinte.
Hoy también se registraron en Karachi varios asesinatos selectivos, término con el que las autoridades se refieren a las muertes de ciudadanos -en ocasiones políticos, activistas o simples militantes de partidos- a manos de bandas criminales.
Fuentes policiales consultadas por Efe antes de los tiroteos en los autobuses elevaron a 49 el número de asesinatos esta semana en Karachi, la capital de la provincia de Sindh, por lo que ahora la cifra asciende a cerca de 60.
Pese a ello, varios canales televisivos aseguraron que tan solo en los últimos tres días son 60 los fallecidos en Karachi.
El ministro paquistaní de Interior, Rehman Malik, ha tomado nota de los sucesos y ha pedido información a la Policía.
Las fuerzas de seguridad tienen problemas poner coto en la mayor ciudad de Pakistán, con unos 18 millones de habitantes, al crimen y las mafias, que controlan varios barrios de la ciudad.
Muchos de los que perdieron la vida durante esta semana son de la etnia pastún, pero no fueron asesinados por comunidades rivales sino en distintas acciones armadas entre miembros de su etnia, según la Policía.
Los pastunes, etnia de la que proceden tradicionalmente los talibanes, habitan alguno de los barrios más conflictivos y depauperados de Karachi, como el de Orangi.
Karachi se ha convertido en una bomba demográfica en la que mohayires, punyabíes, pastunes y otras comunidades pugnan por la supremacía política.
Según un informe de la Comisión de Derechos Humanos de Pakistán (HRCP), el año pasado en Karachi fueron asesinadas 750 personas, con y sin vinculación a partidos políticos.
jueves, 7 de julio de 2011
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